Inmaculado Corazón de María

Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús, María y José

Testimonios a favor de Jesús

3 JUEVES Feria (Morado)
Lecturas: Ex 32, 7-14 | Sal 105, 19-23

Evangelio según San Juan 5, 31-47

«Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé que ese testimonio es verdadero. Ustedes mismos mandaron preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes.

Juan era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.

Ustedes examinan las Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida. Mi gloria no viene de los hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes.

He venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que viene sólo de Dios? No piensen que soy yo el que los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo creerán lo que yo les digo?».

En esta segunda parte del discurso sobre la revelación de Jesús, vemos como Jesús pone todo de Si para que creamos y nos salvemos. Los judíos necesitaban tanto para condena a muerte como para otros pleitos 2 testigos o más y en ningún caso el condenado podía ser admitido como testigo. De ahí que Jesús, que conocía, la tradición y la ley, comienza aclarando que el no puede dar testimonio de si mismo. De todas maneras tiene varios testigos que da a conocer a lo largo de esta segunda parte de su discurso. Primero Juan el Bautista, quien aunque ya había sido muerto, su testimonio permanecía y era verdadero. No por que Jesus necesitara del testimonio de un hombre, sino para que nosotros los hombres creamos. Aquí incluye un reclamo sobre lo poco que valoraron la luz que habia traido consigo Juan el Bautista.

Como testigo aún mayor que Juan el Bautista Jesús presenta las obras que hace junto a los signos, ya que El Padre actúa por medio de Jesucristo para llevarlas a cabo con el único fin de nuestra salvación. Siendo que Dios habla por medio de ´la Palabra´ y Jesús es el verbo hecho carne, al no creer en Jesús y su testimonio de verdad, de luz y vida; es que dice a los Judíos – ustedes estudian las escrituras pero no encontrarán ahí la vida eterna.

Si la ley exige por lo menos dos testigos, Jesús presentó cuatro testigos, Juan el Bautista (vv. 33-35) solo por la autoridad que representaba para los judíos, Los otros tres -las obras de Jesús (v. 36), el Padre (vv. 37-38) y las Sagradas Escrituras (v 39)- constituyen el testimonio del Padre, a quien sólo Jesús ha visto, y que se revela en las obras del Enviado y en las Sagradas Escrituras. Pero aun así, los interlocutores de Jesús no creen en Él y se privan de la Vida.

Señor, danos un corazón manso y humilde como el tuyo, acrecienta Señor nuestra Fe día a día para creer siempre en Tu testimonio, en Tu Palabra y recibirte en nuestras vidas, nuestra Familia, nuestros hogares, nuestro corazón.

Inmaculado Corazón de María

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