2 MIÉRCOLES Feria (Morado) San Francisco de Paula (sólo conmemoración)
Lecturas: Isaías 49, 8-15 | Sal 144, 8-9.13cd-14.17-18
Evangelio según San Juan 5, 17-30
Él les respondió: «Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo». Pero para los judíos esta era una razón más para matarlo, porque no sólo violaba el sábado, sino que se hacía igual a Dios, llamándolo su propio Padre.
Entonces Jesús tomó la palabra diciendo: «Les aseguro que el Hijo no puede hacer nada por sí mismo sino solamente lo que ve hacer al Padre; lo que hace el Padre, lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que hace. Y le mostrará obras más grandes aún, para que ustedes queden maravillados.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da vida, del mismo modo el Hijo da vida al que él quiere. Porque el Padre no juzga a nadie: él ha puesto todo juicio en manos de su Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
Les aseguro que el que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida eterna y no está sometido al juicio, sino que ya ha pasado de la muerte a la Vida.
Les aseguro que la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan, vivirán. Así como el Padre dispone de la Vida, del mismo modo ha concedido a su Hijo disponer de ella, y le dio autoridad para juzgar porque él es el Hijo del hombre.
No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio. Nada puedo hacer por mí mismo. Yo juzgo de acuerdo con lo que oigo, y mi juicio es justo, porque lo que yo busco no es hacer mi voluntad, sino la de aquel que me envió.»
5,17. Se produjo un encuentro de Jesús con los judíos, pero el autor no indica el lugar. Tampoco se reproducen las palabras del ataque de los judíos, y sólo aparece la respuesta de Jesús, que no consiste en una argumentación rabínica al estilo de los casos paralelos en los evangelios sinópticos (por ejemplo Mc 2,27-3,6 y par.). En los sinópticos Jesús discute con los maestros sobre la interpretación de la Ley del sábado, pero en el Evangelio de Juan la respuesta de Jesús es una proclamación de su relación con el Padre.
Jesús afirma: “Mi Padre trabaja siempre…”, dando a entender de esta manera que el descanso del sábado no interrumpe la actividad divina. Esta es una enseñanza corriente e indiscutible. Lo novedoso de la enseñanza de Jesús está en la segunda parte de su afirmación. Después de haber dicho “Mi Padre trabaja siempre”, agrega: “… y yo también trabajo”. Jesús realiza obras (¡da vida!) en sábado porque Dios es “Su Padre”. La curación realizada por Jesús en día sábado, que en los evangelios sinópticos es ocasión para discusiones sobre la Ley, en el Evangelio de Juan es un signo que revela la condición divina de Jesús.
Para los judíos, afirmar la igualdad con el Padre constituye una blasfemia, y de acuerdo con la Ley (Lev 24,16), el culpable de este delito debe ser apedreado hasta que muera. La misma situación volverá a presentarse en otro momento, cuando los judíos le dirán: “No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios” (10,33). El evangelista toca aquí el punto en el que se separan la comunidad cristiana y la judía: la afirmación de la condición divina de Jesucristo.
El autor (San Juan Evangelista) muestra a todos los lectores que en Jesucristo se encuentra el cumplimiento de todo lo que venía preparando la letra y el culto del Antiguo Testamento, y en el mismo Jesús se encuentra la única revelación de Dios. Él es la Palabra que comunica la vida divina a todos los que la reciben con fe, y fuera de Él no hay otro camino hacia el Padre.
Palabras preliminares, El Evangelio de Juan. Pbro. Luis Heriberto Rivas